11 de agosto de 2016

Los cantaores y las cantaoras — prosa poética inclusiva.

Los cantaores y las cantaoras viajan constantemente para presentarse fuera de las plazas y los plazos que les corresponden, sin jamás enmendar sus rumbos ni sus rumbas. Cantan sus romeras y sus romeros, sus cañas y sus caños y sus galeras y sus galeros en todos los ruedos y todas las ruedas que encuentran en sus andares, especialmente cuando estos y éstas cuentan con frondosos dragos y frondosas dragas. Mientras cantan, sus músicos y sus músicas acompañantes, carentes de panderetas y panderetes, de platillos y platillas y de bombos y bombas, optan por mover rítmicamente sus largos brazos y sus largas brazas, golpeando sus codos y sus codas contra sus rodillas y sus rodillos, ignorando los tormentos y las tormentas que infligen así en sus tibias y sus tibios. ¡No hay cuerdas ni cuerdos que superen tal percusión! De todos modos y todas modas, sin importar cuánto se esfuercen, los cantaores y las cantaoras no logran levantar las cejas ni los cejos de quienes asisten a sus actos y a sus actas, por lo que terminan siendo ignorados e ignoradas por los medios y las medias, situación que no cambiará mientras retengan sus viejas mañas y sus viejos maños e insistan en rehusarse a tocar tangos y tangas.

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